A la hora de escribir esta entrada me venían a la cabeza numerosos aspectos medioambientales a destacar como principal ventaja de lo que en SURUS denominamos El Efecto Reempleo, como si tuviera que venderlo a alguien. Pero ¿Cómo vender algo que lleva existiendo siempre, como si se tratase de una técnica innovadora, un utensilio inédito o una filosofía vanguardista?

O mejor aún ¿Por qué es necesario? Es poco coherente empezar explicando una solución sin haber hablado antes del problema, pero la crisis medioambiental es tan sumamente conocida que no necesita introducción.

Lo cierto es que hay numerosos organismos que están desarrollando planes ambiciosos para paliar los efectos generados por el hombre en la tierra, tales como el cambio climático, la escasez de recursos y la acumulación de residuos. Prestigiosas entidades como el CISL (Cambridge Institute for Sustainability Leadership) dictan que solamente la colaboración entre empresas, gobiernos y entidades financieras podrá garantizar una evolución hacia la completa sostenibilidad. Es curioso que la sostenibilidad, que a priori en nuestra mente se identifica con aspectos medioambientales, vaya tan ligada a las cuestiones económicas. Pero la verdad es que muchas de las acciones responsables del desastre ambiental actual derivan directamente de deficientes políticas económicas y sociales.

Bajo esta misma premisa es interesante pensar que si hay acciones que pueden generar perjuicios ambientales a la par que económicos y sociales, también existen otras que no solo tienen mejoras sostenibles sino que también pueden garantizar un retorno al promotor.

Aquí entra en juego el efecto reempleo, que se sustenta sobre algunos de los principios básicos de los tres pilares de la sostenibilidad. Este innovador concepto trata de: incrementar el retorno a las empresas mediante la venta de activos como útiles, satisfaciendo el pilar económico; cumplir con el pilar medioambiental gracias a la no generación de residuos; y reaprovechar los activos de unas industrias que les puedan servir a otras, cumpliendo así con el pilar social.

Es normal entender que las empresas tienen que lidiar entre departamentos de medio ambiente y financieros para encontrar el equilibrio entre la sostenibilidad y la viabilidad económica de sus proyectos. Sin que una cosa tenga que suponer obligatoriamente el contrario de la otra, es difícil ver cuando una solución satisface las necesidades económicas y sostenibles al mismo tiempo. ¿Porqué sucede esto? ¿Por qué no puede haber una actividad que reporte el mayor beneficio posible a una empresa favoreciendo a la vez al medio ambiente?

Una de las razones puede ser que se esté poniendo todo el foco de atención en la parte final del proceso: cuando se genera el residuo. Si las múltiples alternativas al reciclaje no son económicamente viables es posible que haya que incidir antes de llegar a ese estadio. Es posible que la solución se encuentre en los procesos productivos. O incluso antes, en la extracción, acopio o suministro de materiales. O puede que haya que remontarse aún más en el proceso e incidir en el diseño de los bienes y servicios.

Quizá toda esta retahíla de ideas sea más esclarecedora con algún ejemplo. Pensemos en los parques eólicos. La gran mayoría de turbinas eólicas que se instalaron por primera vez en Europa están llegando al final de su vida útil. Aunque es posible explorar diversas opciones en el mercado para el reaprovechamiento de los aerogeneradores, estos no siempre se pueden reutilizar en su totalidad. En aquellas ocasiones donde se extraen componentes que sirven como repuestos para otros equipos, las palas dejan de ser un elemento servible convirtiéndose en un residuo endiabladamente complejo y costoso de tratar. Además, las nuevas normativas exigen que métodos tradicionales como es la disposición en vertederos ya no sean una opción. Esto está llevando a las empresas a escudriñarse la creatividad con técnicas sofisticadas para el tratamiento de ese residuo. Institutos, asociaciones y universidades están investigando las posibles vías de reducir a material reaprovechable los complejísimos tejidos que forman las palas de los molinos encontrándose con que cada método de reciclaje es más costoso y complejo que el anterior. Esto lleva a pensar que el ingenio y la creatividad igual se pueden aplicar en fases anteriores al fin de la vida útil, como el diseño. De esta forma, si se tienen en cuenta los posibles usos que se les pueden dar tras el desmontaje, los procesos de fabricación pueden adaptarse y construir un producto que tenga un doble o triple uso en la escala temporal.

Lógicamente, el paradigma que se plantea requiere una ambiciosa adaptación de nuestra forma de ver los procesos productivos. Pero lo más importante es que los procesos ya existen y no hay que invertir millones en inventar otros nuevos, sino que se trata de dar una vuelta a los métodos de diseño y creatividad para nuevos usos.

Sí, esto actualmente es conocido como ecodiseño. Una tendencia que es más una ciencia que una moda y que representa un pilar fundamental de una economía circular. Y es que la economía circular no se basa de conceptos nuevos ni inventos revolucionarios sino de una reubicación de los ya existentes, un reciclaje de procesos, un reempleo de recursos.


SURUS fue creada en el año 2010 para dar respuesta a una necesidad existente en el mercado nacional en cuanto a la venta especializada de activos en el mercado secundario maximizando el valor de venta. Acompañamos a quienes nos rodean en la transición de modelos de negocio lineales a modelos más circulares y sostenibles. Somos líderes en el diseño de campañas de comunicación y marketing dirigidas a maximizar el valor económico, social y medioambiental y así ofrecer los mejores resultados. 

Para conocer más sobre nuestras capacidades te invitamos a visitar nuestra solución de reempleo.

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