Más de tres años de trabajo y el Portaaviones Príncipe de Asturias ya tenía fecha de salida de Ferrol. El remolcador había confirmado el día y se cumplía un hito fundamental en la ultima singladura del ex buque insignia de Armada.   Después de pasar tanto tiempo en él y trabajando codo con codo gente apegada a lo que había representado (y seguía significando para ellos), habíamos desarrollado un vinculo afectivo con lo que ya no veíamos como 12.000 tn de material a recuperar. Era parte de nosotros también y entendíamos el sentir de los operarios de Navantia que habían participado en su construcción y sus silenciosos homenajes. De la gente de Ferrol que veían en él a un hijo prodigo de su ciudad. Del personal de Armada y de los veteranos que habían servido en él.

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Sí, somos unos ñoños. Ñoños y acomplejados. Uno de los proyectos más importantes hasta la fecha para una empresa como la nuestra y teníamos la impresión de no tener derecho a la congoja de los círculos cercanos al  barco, por tener la misión de acabar con él y su espíritu.

La prensa, las redes sociales, foros.. comenzaron a banalizar el proceso. Unos buscando la deriva del morbo, otros la de la ignorancia supina. Esa riada de opiniones sobre algo que no significaba nada para ellos, nos quitó el complejo y despertó la necesidad de hacer algo más que ser meros verdugos.

Decidimos que para mantener parte de su historia, que mejor que recuperar porciones del barco y que esas piezas mantuvieran su recuerdo en el futuro. Se desmontaron más de 350 piezas que saldrán a subasta y lo ingresado será donado a Caritas y a la Fundación del Museo Naval. Los ladradores volvieron a la carga, pero ya no tenemos complejos.

Además queríamos hacer un vídeo homenaje del barco, en su hábitat, en el océano, aunque fuera con respiración asistida por su falta de propulsión. Queríamos que se viera su majestuosidad y su compostura al dirigirse hacia el palio. Queríamos dignificar ese momento, indigno por su propia naturaleza. Pero nos faltaba algo, honrar y acordarnos de ese circulo próximo, el de las trincheras, el que realmente ha construido el mito del barco: tripulantes de muchas promociones, la gente que lo construyó y lo mantuvo durante todos estos años, la gente y las empresas que han colaborado en todo el proceso, instituciones y administraciones que han estado ahí, a la Armada Española y en general todos los que sentimos que el barco es más que acero y cable.

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Buscamos una metáfora…..¿Y por qué no un gato? Un gato blanco que representara esa memoria colectiva. Un animal que a pesar de odiar el agua siempre ha estado presente en la historia naval. Además de tener una utilidad obvia de mantener la población de roedores a raya, ofrecía compañía y sensación de hogar a las tripulaciones que estaban largos periodos fuera de casa. Además traían suerte a los barcos, y nosotros la íbamos a necesitar.

Oscar fue uno de los gatos que nos inspiro en esta historia. Un gato que sobrevive a tres naufragios durante la segunda guerra mundial, tiene dos nombres y sirve a dos países. Tripulante del acorazado Bismarck sobrevive en el año 41 y es rescatado por el destructor británico HMS Cossack. A los 6 meses fue hundido por un submarino alemán y se encarama a un salvavidas para ser rescatado por el portaaviones Ark Royal, que curiosamente participó en el hundimiento del Bismarck. Se cerraba el círculo.

Sam, así lo renombraron los ingleses, ya era “Sam el insumergible” y el talismán del Ark Royal. Así que siguió con el hasta que también fue hundido cerca de la costa de Gibraltar. Este submarino tampoco fue capaz de acabar con él y Sam, fue licenciado y paso el final de sus días en un hogar de marineros en Belfast.

Ahora, después de escribir esto, no sabemos si era un talismán o un gafe.

El gato de nuestro vídeo se llama Michigan, Michu para los amigos, hijo y residente de Ferrol.
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El vídeo corrió como la pólvora en las redes sociales y en menos de una semana lo habían visto más de 300.000 personas. La gente preguntaba por el estado del gato, se ofrecían a adoptarlo y otros nos tachaban de maltratadores.

Por nuestra experiencia en redes sociales sabíamos que nadie verificaría nada, nadie se preguntaría como un drone puede entrar en un barco sellado y bajar a las bodegas, como puede volar dentro de un barco de acero operado desde el exterior o que hacen las luces encendidas en el remolque? Lógicamente, nadie se cuestionaría qué hace un gato en un barco que lleva 5 años fuera de servicio y donde no quedaban ni las ratas.

Preparamos un segundo vídeo con un “rescate” de Michu, grabado en las mismas condiciones que el anterior (de hecho el mismo día que el anterior) para explicar, llegado el caso que todo había sido un ejercicio de homenaje y de marketing. Lo importante parecía volver a ser criticar el destino del barco y proponer alternativas que habían sido barajadas y desestimadas por diversos organismos, ayuntamientos  y empresas privadas (modernización, museo flotante, desguace en España, hundirlo para buceadores, lanzarle unos misiles, hacer un casino, barco de entrenamiento, hasta colocarlo en el puerto de Barcelona como elemento disuasorio…).

Hemos contestado a más de 300 comunicaciones en privado y cientos de comentarios y esto nos ha servido para hacer pequeños cambios en nuestra estrategia de marketing online, quitarnos el complejo y tener el mismo derecho a opinar sobre aquello que conocemos, con el mismo desparpajo que la ignorancia les permite a otros.

Y una reflexión,  si las redes sociales y los medios, han sido capaces de generar y fomentar una noticia falsa de algo que era tan sencillo de contrastar con una pregunta y algo de sentido común y que, además, nunca fue nuestra motivación (aunque ahora se pongan las medallas en el departamento de Marketing), qué fácil es hacerlo de forma orquestada, cuando unos solo buscan el click y otros una imagen que consideran verdad absoluta.