Generalmente se define tomar una decisión empresarial como evaluación de distintas alternativas posibles, teniendo en cuenta la limitación de recursos para conseguir un objetivo deseado.

Los directivos de las empresas toman decisiones de inversión en equipamiento productivo y de compra de stocks para realizar las actividades productivas fruto de su actividad empresarial, para conseguir los objetivos estratégicos marcados.

Pero qué pasa cuando estos activos productivos han dejado de ser útiles para la actividad, o se ha planificado mal la demanda y tenemos excedentes de stocks en nuestros inventarios. Estos activos que ya no son útiles para la empresa, están registrados en los balances con un importe que la mayoría de las veces no tiene nada que ver con el valor que tienen en el mercado.

En estas situaciones, los directivos responsables deben tomar la decisión de actuar sobre estos activos que suponen un inmovilizado para la empresa, y que generalmente ocasionan costes asociados de logística, almacenaje, mantenimiento, etc., además del coste financiero que supone tener dicho inmovilizado en el balance.

La actividad de Surus Inversa consiste en diseñar y ejecutar la mejor solución para obtener el mayor valor de mercado para estos activos y stocks, en un momento del tiempo determinado, tanto en el mercado nacional como en mercados internacionales. Sin embargo, como he comentado anteriormente, muchas veces el valor que el mercado está dispuesto a pagar por estos activos suele diferir de la valoración de los mismos en el balance.

Esta diferencia de valor se debe a diferentes motivos, como las condiciones del mercado en ese momento, el estado de funcionamiento y conservación de los activos, el avance tecnológico y por tanto el grado de obsolescencia de los mismos, cambios en la normativa legal, etc.

La normativa contable establece que se debe reconocer la pérdida o el deterioro de valor cuando el valor contable supere el importe realizable. La empresa debe realizar la evaluación, por lo menos al cierre del ejercicio y registrar el ajuste correspondiente en la contabilidad. Sin embargo esto no se realiza con la rigurosidad necesaria provocando estos desfases de valor.

Ante esta situación, muchos directivos guiados por sus objetivos de rentabilidad en sus cuentas de resultados marcados por sus empresas, prefieren mantener estos activos y stocks en sus almacenes y en sus balances a lo largo del tiempo, para no reconocer la pérdida asociada a su correcta valoración de mercado. Pero ¿es esta la mejor decisión para su empresa?

Desde nuestra opinión, la decisión correcta para la empresa y para la sociedad con la que interactúa ante una situación como la descrita, sería planificar la realización de los activos en cuanto se es consciente del problema y cuanto antes mejor. Por distintos motivos de rentabilidad: se eliminan los costes asociados, cuanto más tiempo se tarde en vender los activos normalmente menos valor se obtendrá por ellos y esa tesorería obtenida se incorpora cuanto antes al proceso productivo de la empresa.

Pero no sólo por motivos de rentabilidad sino también por responsabilidad ética corporativa. El balance debe reflejar el valor real de la empresa y de sus activos,  porque diferentes actores toman decisiones en función del mismo, como accionistas, inversores, bancos, proveedores, clientes, etc.

Además estos activos que ya no son útiles para tu empresa, lo pueden ser para otras empresas y actividades productivas, y alargando la vida de los activos se reduce el impacto medioambiental y se cierra el círculo en el que todos ganamos.