En muchas empresas ya hay técnicos, responsables, e incluso departamentos enteros de sostenibilidad. Cada vez son más las que incorporan estos perfiles entre sus consejos de gobierno para la toma de decisiones, lo cual supone una oportunidad de oro para cambiar la economía lineal y destructora que tenemos. Siempre hay buenas intenciones de cara a la reducción de los residuos y a evitar la contaminación, de eso no hay duda. La cuestión es, ¿hasta qué punto esto influye de cara a la adopción de nuevos modelos económicos y en la toma de decisiones?

Juan y su silla, una historia sobre la economía circular

Quizá la mejor manera de entenderlo sea con un ejemplo contado a modo de historia. Juan es director de proyectos en una gran multinacional que tiene una delegación en una ciudad de tamaño medio en España. La compañía tiene previsto cambiar el mobiliario de sus empleados en esta sede, pero quiere evitar a toda costa tirar residuos a los vertederos debido a las altas tasas de gestión. Como alternativa, deciden hacer una prueba de venta con la antigua silla de Juan a través de un portal de subastas.

No muy lejos, Carlos acaba de montar su propio negocio, una academia para dar refuerzo escolar a los niños de la zona. Carlos está buscando mobiliario para el despacho de la academia, pero no puede hacer grandes inversiones debido a los pocos ingresos que ha generado. Navegando por internet encuentra la silla de Juan a un precio que sí se puede permitir y se la adjudica en la subasta.

Gracias a la venta, la silla de Juan no tiene que ir al vertedero. Y Carlos no necesita comprarse una silla recién fabricada. La empresa que ejecuta la venta realiza un análisis de ciclo de vida del producto e informa a Juan de que por no generar el residuo se ha evitado la emisión de 3,84 kg de CO2, la contaminación de 0,06 m3 de agua y el consumo de 4,78 MJ de energía. Además, le informa de que al evitar la extracción de recursos para una nueva silla, se han ahorrado la emisión de 54,56 kg de CO2, la contaminación de 49,20 m3 de agua y el consumo de 1.577 MJ de energía. Juan calcula que estos datos suponen que la venta de la silla equivale a la cantidad de CO2 que absorbe una encina en un año, que el volumen de agua que no se contamina equivale al agua que consume un adulto en un año y que el ahorro energético equivale a lo que consume un hogar medio español en un mes.

La información de los indicadores ambientales evidencia un beneficio ambiental que gracias a las equivalencias es sencillo de entender. Pero el modelo también implica un importante beneficio desde el punto de vista social. La academia de Carlos es una microempresa que se ha visto beneficiada por la compra de un activo para el negocio y que contribuye con el desarrollo de su actividad profesional. Además, se trata de una transacción que ha implicado una venta con un IVA, es decir, genera una contribución económica a la sociedad.

Uno de los aspectos en los que coinciden los organismos que más divulgan las prácticas sostenibles es en el carácter holístico y a largo plazo de los efectos de las acciones, aunque estas tengan la base en pequeños hitos. Por ello, no es difícil imaginar si este modelo se aplica no solo a la silla de un trabajador, si no también al mobiliario de toda una oficina o incluso a la totalidad de activos que podemos encontrarnos en una fábrica o una central térmica. Si reemplear una silla implica el ahorro de emisiones que absorbe un árbol o de la energía que consume una décima parte de un hogar en un año, cuando hablemos de desimplantaciones de industrias completas haremos la equivalencia con bosques o con comunidades enteras. Será en esos casos cuando nos daremos cuenta de que los pequeños gestos al escalarlos suponen grandes beneficios para la sostenibilidad. El número de pequeñas empresas que podrán beneficiarse de la venta de activos, los impuestos que se generen en las transacciones económicas o la contratación de empresas locales para realizar trabajos que complementen la venta de los activos, supondrá un volumen lo suficientemente alto para que las grandes empresas puedan mostrar la manera en la que contribuyen a la sostenibilidad, sin tratarse de ideas al aire o mecanismos de greenwashing.

Un pequeño gesto con una gran repercusión medioambiental

Contagiar a personas como Juan para que también puedan sentirse parte importante del cambio que ha de venir es fundamental, y uno de los grandes retos a los que los responsables de sostenibilidad se enfrentan en su día a día. Las necesidades del presente requieren que las empresas colaboren mediante nuevos modelos de negocio donde no solo se benefician cliente y proveedor, si no también todas las partes interesadas que conforman la sociedad. Esa sinergia entre empresas, ciudadanos, organismos de gobierno y entidades financieras es la que los gurús de la economía circular llevan remarcando los últimos años como principal estrategia para hacer frente al gran reto de sostener nuestra sociedad y nuestro planeta.

Source: https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries/the-nine-planetary-boundaries.html


En SURUS, acompañamos a quienes nos rodean en la transición de modelos de negocio lineales a modelos más circulares y sostenibles. SURUS fue creada en el año 2010 para dar respuesta a una necesidad existente en el mercado nacional en cuanto a la venta especializada de activos en el mercado secundario maximizando el valor económico, social y medioambiental y así ofrecer los mejores resultados en nuestros proyectos que además certificamos mediante herramientas de medición y la emisión de informes.