Este domingo día 28 de mayo ha sido día de comicios y los españoles acudimos a las urnas a elegir a nuestros representantes. Los días previos a las elecciones son una constante intensa de eventos, programas y discursos. Tanto es así que nunca faltan los debates sobre el coste que implica las campañas electorales. Pero este debate es un indicador claro de dónde estamos como sociedad, ya que está centrado en el aspecto económico: sin embargo, estas campañas tienen también un coste medioambiental, y el ejemplo más palpable está en los panfletos y las banderolas

Miles de banderolas serán desechadas como residuo

En todas las elecciones vemos nuestras calles llenas de banderas propagandísticas con la cara del candidato elegido por cada uno de los partidos políticos. Estos carteles se confeccionan con de PVC de 400 gramos de grosor para poder soportar las inclemencias del tiempo. Sin entrar a valorar la eficacia de estas banderolas y cómo pueden influir en la decisión de voto, sí hemos hecho un cálculo estimativo del impacto que tiene usar este tipo de soportes para algo tan efimero.

Y es que un material que puede ser fuertes propiedades y resistente frente a las condiciones climáticas solamente está en uso durante los días que dura la campaña política: tras la finalización de la campaña no quedan más opciones que desechar el material como si fuese un residuo, puesto que debido a sus propiedades y composición no es posible volver a utilizarlo como soporte para publicidad. El formato va ligado al diseño, y una vez utilizado no es viable volver a emplearlo para imprimir imágenes o infografías. Además, no es muy disparatado pensar que la manera común de desechar este material sea a través de los depósitos de residuos sólidos urbanos (o RSU), lo que implica que se junte con otro tipo de deshechos en su trayecto hacia las plantas de tratamiento. En otras palabras, estamos ante un material cuyo uso es propio de la economía lineal. 

Solamente en el municipio de Pozuelo de Alarcón, para esta campaña, se han puesto 1.426 banderolas. Pasadas las elecciones lo más probable es que sean retiradas por una empresa gestora de RSU y que, por lo tanto, se mezclen con la fracción de resto de residuos. Posteriormente, en las plantas de tratamiento de residuos se intentará separar en la medida de lo posible los materiales recuperables. A pesar de ello, la inevitable mezcla con otro tipo de residuos dificultará la reutilización de estas fibras como materia prima, ya de por sí, complicada de reciclar. Aunque el destino de estos materiales puede ser diverso, no sería sorprendente que acabase en vertedero o incineración. Solamente la eliminación de las banderolas de propaganda de este año en Pozuelo de Alarcón supondrá la emisión de 116 kg de CO2eq a la atmósfera. Este escenario es perfectamente extrapolable a núcleos urbanos más grandes. Una ciudad como Madrid o Barcelona, se calcula que tiene en torno a unas 6.000 banderolas colgadas en sus calles. Esto implica unas emisiones de unos 31.976 kg de CO2eq, es decir, lo que absorben 540 encinas durante 30 años.

¿Qué pasaría si se reutilizaran?

Aunque el reciclaje de estos materiales es complejo y costoso, toda mente sostenible tiene que albergar la posibilidad de imaginar una segunda vida para estos carteles. La magnitud del recurso es significativa. Solamente con las banderolas de Madrid se podrían cubrir casi dos veces el terreno de juego del estadio Santiago Bernabéu. Y las elecciones son en todas las ciudades de España… 

Además, la tipología del material es homogénea y las dimensiones idénticas. Es hora de usar la creatividad para darle uso en la industria. Uno de los grandes condicionantes que afectan en la venta de activos profesionales de segunda mano es su estado de conservación. En ciertos negocios, cuando llega el fin de vida de algunas máquinas y equipos, se dejan a la intemperie y su estado se deteriora por las condiciones del clima. Ese deterioro no sería tan acuciante si alguna barrera física lo evitara. ¿Se ve la relación?: un proceso de logística inversa bien diseñado puede tener la clave para ese reempleo de las lonas. La reutilización de las lonas de propaganda para otros usos, no solo supondría evitar las emisiones de carbono descritas arriba, sino también un ahorro de agua significativo, equiparable al consumo de 292 españoles al año. Si ya algunas empresas han tirado de creatividad y han buscado soluciones de reutilización en las lonas de los camiones para la confección de accesorios de moda, bolsos y mochilas, ¿por qué no hacerlo para esto también?

La política debe ser ejemplo

Todos los avances realizados para lograr una sociedad sostenible se han basado en las lecciones aprendidas de cada momento. Las cifras anteriores nos permiten hacernos una imagen de un impacto debido a un elemento concreto. Esto debe sembrar un precedente en entender que absolutamente todas nuestras acciones tienen una consecuencia en el ambiente que nos rodea y que cualquier momento puede ser bueno para cambiar la manera en la que hacemos las cosas.      

Vivimos en una época en la que los políticos son los primeros que tratan de concienciar a la sociedad sobre la necesidad de construir modelos sostenibles para las futuras generaciones, y así debe ser, por supuesto. Por ello, dar ejemplo desde la propia política sobre cómo realizar cambios de paradigma en sus propias actuaciones y prácticas para buscar enfoques medioambientales y sostenibles (como en este ejemplo del material publicitario de las elecciones) sería un importante paso a dar, y que seguramente influiría positivamente en el resto de la sociedad.


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