El concepto de desarrollo sostenible en el ámbito internacional cobra cada vez más relevancia para todos los actores sociales y en especial para las compañías, cuya reputación, sobre todo en materia de sostenibilidad, es un factor decisivo para los consumidores y cuyos resultados no financieros, exigibles ya no solo a las grandes empresas según los nuevos criterios de obligatoriedad de presentarlos anualmente a empresas cada vez más pequeñas, son cada día más relevantes para los inversores.

Gabriel García Márquez dijo que lo que no se comunica no existe. Haciéndole caso, es igual de importante tener una estrategia empresarial  alineada con los objetivos de desarrollo sostenible que saber comunicarla y hacerla visible y comprensible para todos los grupos de interés. La reputación se construye a través de la comunicación.

Ser auténticos y no perfectos

Además de ser sostenible hay que parecerlo. Y para ello hay que comunicarlo. Y no hablamos de Greenwashing. Al que intenta parecer sostenible sin serlo, el plumero se le ve. El acceso a información está al alcance de cualquiera y vender motos sostenibles ya no es tan fácil como hace unos años.

Además de por el acceso a la información, esta veracidad de la información sostenible viene dada por el gran avance en la medición de los criterios sostenibles. Lo que antes era un concepto bastante intangible y cualquier acción o producto podía venderse como verde, ahora existen criterios objetivos y cuantificables que hacen casi imposible venderlos como tal si no lo son. Las herramientas de medición de huella de impacto ambiental proporcionan datos verificables acerca de los criterios ESG de una iniciativa, proyecto o producto y no hacer públicos estos datos, hace que la veracidad de su carácter sostenible quede en entredicho. Medir, cuantificar, verificar y certificar kpis sostenibles es ya un must para las empresas. Ya no hay excusas. Ni disfraz verde que se pueda alquilar.

La comunicación en casa

Muchas veces, la comunicación interna, dentro de las propias compañías, es un talón de Aquiles. ¿Qué es una empresa sino las personas que la forman? Personas que son parte de la sociedad y por tanto un canal de transmisión de la información perfecto y con una perspectiva en primera persona para comunicar el relato de la compañía a la que pertenece.

La manera en la que una empresa está comprometida con la sostenibilidad se puede apreciar en sus empleados. Trabajar en una empresa que tiene un propósito para con la sociedad y el medio ambiente se traduce en la actitud, la motivación e incluso el lenguaje de sus trabajadores. Por lo que ser capaces de llegar a los de dentro, incluso antes que a los de fuera, se antoja imprescindible y es dar un primer paso de gigante para difundir las buenas prácticas de una empresa en materia de RSC y sostenibilidad.

El miedo a la visibilidad

Los nuevos proyectos que se ponen en marcha dentro de las empresas sean de la índole que sean, ya deben tener estos criterios como número uno en su lista de prioridades a la hora de planificarlos y ejecutarlos. Lejos de esta realidad, al menos en proyectos de demolición, logística inversa, cierres o desimplantaciones, que son los que mejor conocemos nosotros y, por lo tanto, de los que podemos hablar con conocimiento, el criterio económico sigue siendo el criterio rey, aunque se trate de una diferencia en términos económicos insignificante para una gran empresa. No para todas, generalizar está feo y tenemos un gran número de clientes que son conscientes del presente en el que vivimos y se embarcan en proyectos con carácter eminentemente sostenible. Desgraciadamente, no es un ejemplo que sigan muchas de ellas. Pero esto da para otro post.

Sin embargo, cuando una empresa opta por que el norte de su brújula en este tipo de proyectos sea la sostenibilidad, ¡sorpresa! Existe un miedo atroz a hacerlo público y comunicarlo por tratarse de una perspectiva novedosa y el miedo a que los números no salgan en el departamento de compras, hace que en muchas ocasiones se dé un pasito atrás a hora de comunicarlo a bombo y platillo.

Como ya hemos afirmado, ser auténticos debe anteponerse a ser perfectos y, lo que es más importante, los modelos circulares de negocio sobre todo para proyectos que implican gestión de activos en desuso, tienen una eficacia más que probada.

Educar en la circularidad

Perder ese miedo a comunicar, no solo beneficia la reputación de la empresa y sus resultados no financieros, si no que ayuda en la educación del resto de agentes sociales.

Los canales a través de los que comunicar son muy variados y uno de los principales es los medios de comunicación. En los medios reside el poder de poner en el candelero los temas realmente importantes y a través de ellos tenemos una herramienta que no tiene comparación para educar a la población. Desgraciadamente, ODS, ESG son unas siglas que no se conocen lo suficiente (deberían ser como el ABC en las escuelas) y debemos ponerle remedio cuanto antes. Está en manos de todas las empresas comprometidas dar voz a proyectos e iniciativas que tengan la sostenibilidad por bandera para servir de ejemplo y para que lo contrario sea impensable a corto plazo. El largo plazo ya no existe cuando se trata del bienestar común.


En SURUS, acompañamos a quienes nos rodean en la transición de modelos de negocio lineales a modelos más circulares y sostenibles. SURUS fue creada en el año 2010 para dar respuesta a una necesidad existente en el mercado nacional en cuanto a la venta especializada de activos en el mercado secundario maximizando el valor económico, social y medioambiental y así ofrecer los mejores resultados en nuestros proyectos que además certificamos mediante herramientas de medición y la emisión de informes.

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